sábado, 8 de mayo de 2010

Oxigeno- Cuento-

Oxigeno - Cuento -

Hamann estaba de camino a su casa, era una tarde gris y fría de invierno en los suburbios de Chicago, llegando a la puerta del viejo edificio, escuchó la voz de Ghizart en el teléfono, presintió que algo estaba mal. No volvería a perder, se dijo. Lo tenía bien claro se lo había comentado a Ghizart.
Corrió por las escaleras, agitado, inquieto, aterrorizado fue directo al pequeño cuarto del departamento que habitaban desde hacia dos años cuando se volvieron a reencontrar después de algunos años sin saber el uno del otro.
Abrió el armario hurgó cada recoveco, revisó los bolsillos de su ropa, debajo de los papeles de los estantes, en los bolsos, las valijas. Nada. Confirmó su angustia, Ghizart su novia de adolescencia, se había ido llevándose los documentos su tonó la había delatado. En ese instante sus sentimientos se confundieron, se sintió violado, traicionado, manipulado ¿cómo no se había dado cuenta? El había estado preso durante tres largos años, por estafa a un importante laboratorio de medicamentos, para enfermos terminales que se importaban a países orientales.
Ahí, aprendió el todo de las reglas mafiosas, se respetan, el que no, ya se sabe que pasa…. no hay nombres solo un código, un color, un apodo. Estuvo en celda VIP, cumplió la minima condena por no tener antecedentes por ser un Científico brillante medalla de oro en su país natal Palestina, el mismo le brindo todo el apoyo para que quedara en libertad, y pudiera seguir ejerciendo con una nueva identidad en el continente asiático a cambio de apoyar la causa y de no volver a ver mas a sus familiares y amigos.
Buscó su revolver, levantó la baldosa del office de la cocina, estaba listo, diente por diente. Esos documentos era su pasaporte al mundo de los vivos, a su gran pesar comenzar de nuevo y con ella.
Salió a la calle seguro de encontrarla, sabía donde estaba. Le preguntaría ¿por qué lo había engañado todo este tiempo? Porque? Lo había vendido a los traidores! ¿para qué? Se colocó los guantes, el Montgomery de piel de cordero, la bufanda al tono, la pistola apretada en su mano derecha dentro del gran bolsillo del saco. La tarde caía sobre el down ton de Chicago, la gente caminaba rápido hacia sus hogares, hacía mucho frío, esa noche nevaría. Miraba hacia todos lados, todas parecían Ghizart. A medida que caminaba y mientras transcurrían los minutos más se enfurecía. Finalmente la vio, Ghizart con su inconfundible sombrero verde de fieltro. La siguió, la enfrentó lo que fuese a suceder lo haría cara a cara podía ser muchas cosas menos traidor, se dijo. Le arrebató el bolso, ahí estaban, la miró y con sigilo la arrinconó contra la pared. Sin pensar apretó el gatillo en el abdomen de Ghizart y disparó, la dejó caer y se fue en la inmensa noche de ese día….

Marlene Sigal
Grafoanalista
M.P. 298
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